juego en trabajo

¿Quieres jugar?

“En todas las mitologías el trabajo es considerado como una maldición del cielo”, esto forma parte de las crónicas de Luis Tejada Cano, uno de los mayores cronistas colombianos de la historia moderna. Su obra trasciende como precursor de políticas sociales progresistas que bien siguen en pie hasta la fecha como temas de debate y admiración. Pero esta frase está lejos de ser cierta. Cabe aclarar que nuestro propósito no es desprestigiar la obra de Cano, sino tomar esta frase como referencia de una idea que se ha popularizado mucho: el trabajo como una maldición. La pregunta es: ¿Porqué tanta gente odia trabajar?

El desagrado al trabajo es una idea exclusiva a la sociedad moderna. La mayoría de campesinos es la viva imagen de esto: Personas laboriosas, incansables, y que difícilmente pronunciarán una queja sobre lo duro que los trata el trabajo en toda su vida. Pero las nuevas generaciones son diferentes. La vida fácil les ha dado a muchos la noción de que solamente se trabaja para ganar dinero, y lo mejor que podría pasarle a alguien sería ganarse la lotería, para no tener que volver a trabajar nunca más. Y esta es una idea torcida.

 

¡Definamos el trabajo!

El trabajo es esfuerzo físico y mental enfocado a conseguir un propósito o una meta. En la mayoría de casos (con contadas excepciones inhumanas), el esfuerzo realizado es proporcional a la recompensa que se recibe a cambio del trabajo. El problema surge cuando las personas comienzan a considerar que lo único que le da valor al trabajo es la recompensa en dinero que trae consigo.

Las empresas no son barriles de dinero esperando a ser saqueados por personas que vienen a llenar papeles. La vida no es una caricatura. El trabajo de cada persona tiene un resultado que aporta al resultado final que produce la empresa, ya sean construcciones, medicamentos, comida o conferencias de auto-ayuda. Y la motivación y el gusto que cada persona sienta por su trabajo depende en gran medida de que cada persona sepa el efecto que tiene su trabajo en los demás, y en la sociedad.

“Si vemos el trabajo como una labor obligatoria, rutinaria y aburrida, y vemos la empresa como “los que me pagan”, el trabajo se vuelve pesado. Pasamos el 70% de nuestra vida en el trabajo, sin contar nuestras horas de sueño. Y si no somos capaces de disfrutar nuestro trabajo, estamos desperdiciando ese 70% de tiempo de vida. Y téngalo por seguro: Cualquier trabajo puede ser llevadero: la cuestión es cómo hacerlo.” Indicó Jairo Pinilla Director de Performia Colombia.

 

¿Y si cambiamos el enfoque?

Todo trabajo tiene dificultades o barreras, que deben ser superadas para alcanzar un objetivo final, el cual, una vez alcanzado, proporciona cierta cantidad de libertades. El superar esas barreras es por lo que se le paga un sueldo o salario a la persona. Y mientras mayores sean las barreras, mayores serán las recompensas, y libertades que provea. Pero si se da cuenta, ¡estos mismos componentes son los que componen cualquier juego! En el fútbol hay barreras (los jugadores del otro equipo), un propósito (meter goles), y recompensas y libertades para el ganador (gaseosa y empanada pagada por los perdedores, o la copa américa).

 

¿Empieza a ver la correlación?

“Si analizamos lo que es realmente el trabajo, estaremos describiendo un juego. Y si planteamos el trabajo como un juego, jamás volverá a ser trabajo. Por eso en su empresa, lo más importante a tomar en cuenta, es que ningún empleado se quede sin juego. Que todos sean conscientes de estos tres componentes.” Mencionó Pinilla.

En realidad, el trabajo es un juego. No hay una verdadera diferencia entre los dos más que el hecho de que nosotros consideramos que algunas cosas son trabajo, porque tenemos que hacerlas, porque necesitamos pagar recibos. Cuando el trabajo se ve como simplemente un trabajo, las personas tienden a estar serias, y la seriedad es incompatible con los juegos. El temor a ser despedidas, y la necesidad de pagar el teléfono no son buenos motivadores.

“Todo el mundo quiere jugar. La competitividad natural de las personas las lleva a dar lo mejor de sí para sortear las barreras y obstáculos que puedan presentarse en su juego. Y cuando el juego se gana, claro, hay un trofeo. Pero no se juega solo por el trofeo. Se juega porque es emocionante. ¡Así que que nadie se quede sin jugar!” Concluyó Jairo Pinilla.

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