Justicia en empresa

¿Se puede ser justo sin ser odiado?

Por cientos de años el verdugo fue la figura simbólica máxima de la aplicación de la justicia. Todo criminal atrapado pasaba por sus manos, y todo el pueblo era testigo de sus ejecuciones. Pero los verdugos no vivían buenas vidas. Su paga era aceptable, pero la gente no los trataba como uno de ellos. La mano de la justicia era un cargo que separaba al individuo de la sociedad, y producía todo tipo de rencores hacia las personas que lo ejercían.

De alguna manera, esta sensación ha permanecido en nosotros, y es imposible no sentir que, tal vez, impartir justicia puede causar que la gente deje de pensar en ti como un compañero de trabajo. Así que en este artículo analizamos los efectos que realmente la justicia tiene en un equipo, y cómo puedes ser justo... sin ser odiado.

 

¿Impartir justicia genera resentimiento?

Y si es así, ¿es preferible dejar pasar las injusticias, para evitar dañar tu imagen frente a sus colaboradores?

Dependiendo de a quién le preguntes, la reacción ideal ante una acción deshonesta cambia drásticamente. Unos piensan que el castigo siempre debe ser severo, y que todas las personas deben verlo, para poner un ejemplo. Otros dicen que, mientras no sea algo muy grave, se puede ignorar. Sin embargo, la verdadera justicia no tiene por qué ser tan subjetiva.

Las personas quieren tener colegas honestos, los gerentes quieren que sus subordinados sean honestos, los subordinados quieren jefes honestos, y la frase "soy un trabajador honesto" aparece en nueve de cada diez hojas de vida.

Además, los linchamientos de criminales son un fenómeno social muy común en comunidades algo más salvajes, igual que en prácticamente todas las sociedades de los viejos tiempos, que no es más que la manifestación de un deseo de justicia que no ha sido satisfecho.

Claramente, a la gente le gusta la honestidad y la justicia. Como mínimo le gusta a la gente buena. El verdadero problema, y la razón del odio a los verdugos, es que la justicia a veces parece injusta. ¡El verdadero problema es la injusticia!

Pero pocas empresas tienen un sistema funcional de justicia. Y no es necesario tener abogados y jueces y comités en tu empresa para poder ser justo ante los ojos de la gente. Sencillamente, necesitas algunas buenas reglas.

 

La justicia en la empresa

La realidad es que más del 95% de las personas no tienen ninguna intención criminal. Pero esto no significa que la gente buena no pueda hacer algo incorrecto por descuido o alguna otra razón. Y cuando alguien actúa incorrectamente, hay que aplicar las reglas.

Este es el primer punto importante para una justicia con la que todos puedan estar de acuerdo, y una justicia que mantendrá al equipo ético.

Un buen reglamento debería cumplir algunas condiciones:

  1. Debe ser sencillo y fácil de entender. Es ideal que sea corto y conciso.
  2. Debe ser fácilmente accesible, y cualquiera debería ser capaz de consultarlo en cualquier momento.
  3. Debe ser relativamente invariable. Las reglas pueden cambiar de vez en cuando si es realmente necesario, pero deben ser confiables a largo plazo. Además, cada vez que cambien se debe anunciar y explicar muy bien el cambio a todo el grupo.
  4. Deben aplicarse a todos por igual. Las excepciones deberían ser pocas, y muy lógicas.

Como podrás ver, prácticamente ningún sistema de leyes de ningún país cumple estas condiciones, lo cual es algo triste. Pero la verdad es que no hay que ser déspota ni castigar fuertemente, ni hay que tener reglas detalladas y duras para cada cosa. Solo hay que ser consistente. Si hay una regla, es porque su cumplimiento es necesario para la buena supervivencia del grupo, y se aplica a todos, siempre.

Y de hecho, ya que mencionamos las leyes, abordemos otra razón por la que es necesario tener un buen reglamento.

 

Legalidad

Hay un problema a la hora de aplicar justicia: Las leyes laborales. Debido a que por mucho tiempo las malas pagas y la extorsión laboral fueron un verdadero y gran problema, el sistema legal se centró en proteger al trabajador. El problema es que, como siempre, las leyes se llevaron tan lejos que los trabajadores son, legalmente hablando, prácticamente intocables por más de que te engañen, roben y arruinen tu empresa. Y los pocos empresarios abusadores que quedan siguen teniendo maneras de salirse con las suyas, así que los perjudicados terminan siendo los empresarios honestos.

Un buen reglamento, sencillo y razonable y establecido por escrito en tu empresa, al que todos tus empleados se comprometan por escrito, te protegerá de posibles abusos de las leyes laborales, te permitirán despedir con justa causa a la gente que haga daño en tu empresa, y de paso mantendrá a la gente honesta contenta. Y si aplicas estas reglas de manera justa, los únicos que estarán descontentos es aquellos pocos que no te conviene tener en tu empresa.

 

¿Entonces, qué hacer ante una mala acción?

Tener un reglamento es una cosa. Saber cómo aplicar justicia es otra completamente. Así que miremos qué es lo que deberías hacer cuando te encuentras con un incumplimiento:

  1. Tan pronto te des cuenta de que alguien cometió una acción incorrecta, llámalo para hablar en privado. Tu propósito es enderezar la ética de la persona, no avergonzarla frente a los demás. La vergüenza y el castigo solo generan rencor y miedo, convirtiéndote a ti en poco más que un verdugo, y haciendo que las reglas empiecen a parecer injustas.
  2. Pregúntale a la persona qué pasó. Si no sabe por qué lo llamaste, explícale la situación. Pídele que te cuente toda la situación en sus palabras, desde su punto de vista. Si hay algo que sea diferente a tus datos, presenta la información que tú tienes o tus propias observaciones. Si encuentras que hay una discrepancia de reportes, o el incumplimiento es algo de lo que no tienes pruebas o tu propia observación directa o la de alguien de mucha confianza, investiga la situación muy bien antes de seguir la reunión. De lo contrario, sigue con esta secuencia.
  3. Pregúntale a la persona si cree que lo que hizo está bien. Si te dice que sí, pregúntale por qué. Luego de escuchar su punto de vista, exponle el tuyo. Si te dice que no, continúa al siguiente paso. No le restriegues tu percepción en la cara. No te sirve de nada hacer que la persona se sienta mal o que admita su error. Tu intención debe ser llegar a una solución.
  4. Acuerda una solución. Haz que la persona te diga alguna manera en la que va a compensar los daños causados o el trabajo que no se hizo. Luego verifica que esta solución se lleve adecuadamente a cabo.

Si este proceso no funciona, si el incumplimiento se repite, si la persona no propone soluciones o no cumple las soluciones que promete, o si la persona no es capaz siquiera de ver qué fue lo que hizo mal, entonces deberías observar muy bien las estadísticas de esta persona, y evaluar si realmente te conviene tenerla en tu empresa. Es probable que la respuesta sea que no.

Existen más niveles y acciones de justicia, pero con este proceso básico es más que suficiente para comenzar a aplicarla en tu empresa, e incluso en tu familia (aunque usualmente no se puede despedir a un hijo). Si te atienes a estas guías, y mantienes buena justicia, no producirás ningún tipo de rencores. Por el contrario, te ganarás el respeto de los más honestos, y aunque no lo creas, aumentarás la honestidad de todo el equipo. Si las personas con buenas intenciones ven que aprecias dichas buenas intenciones, harán todo lo posible por hacerlas relucir. Al fin y al cabo, todo el mundo quiere trabajar con gente honesta, ¿no?

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