Conflictos

Cómo solucionar (casi) cualquier conflicto

Todos hemos tenido desacuerdos con las personas de nuestro trabajo, con nuestros colegas, con nuestros jefes o con las personas con las que tenemos relaciones: nuestros amigos, nuestra pareja, nuestra familia, padres, hijos... y tener desacuerdos, de por sí, no está mal.

El problema es cuando un desacuerdo se vuelve un conflicto. Cuando a partir de que no compartimos la misma idea, hay pelea (y no tiene que ser a puños). Entonces, ¿qué podemos hacer para solucionar un conflicto y prevenirlo a futuro?

Primero, tenemos que entender qué son los conflictos y cómo funcionan.

Los conflictos surgen de emociones bajas y solo pueden existir si hay emociones bajas de por medio. De hecho, podríamos considerar un conflicto como un desacuerdo, más una emoción baja. Las “emociones bajas” son aquellas en las que nos volvemos irracionales: tomamos decisiones y pensamos de manera irracional. No son emociones “malas”, ni incorrectas de tener. Simplemente son emociones que nos vuelven, por decirlo de alguna manera, algo estúpidos: cuando volvemos a estar calmados o contentos, todo lo que pensamos y decidimos mientras estábamos tristes o enojados no tiene ningún sentido. Estas son emociones como el enojo, el miedo, el pesar y el odio.

Un conflicto solo puede existir en estas emociones bajas. Para que un desacuerdo se vuelva un problema real, alguna de las dos partes tiene que estar, como mínimo, en antagonismo. No puede haber un conflicto real sin emociones bajas. Pero eso también significa que tenemos una solución sencilla al problema: basta que ambas partes suban a una emoción suficientemente alta y el conflicto va a desaparecer.

Suena ridículo, pero realmente funciona. Y puede que incluso hayas visto algún caso en el que sucede. Digamos que tienes una empresa con dos cofundadores. Ambos aman la empresa con su corazón, y les importa muchísimo. Pero la empresa estaba en una situación estresante, con dificultades financieras, problemas en la producción y sin ventas, cuando en una reunión de trabajo hubo un desacuerdo importante entre los fundadores que se volvió un problema, y se dejaron de hablar.

Pero entonces, la empresa se gana una licitación que soluciona todos los problemas de ventas y finanzas de golpe. Toda la empresa se emociona, contenta por la noticia y lista para trabajar, y en la celebración de esa noche los cofundadores se hablan como si no hubiera problema en primer lugar. El desacuerdo no desaparece, claro: pero las diferencias se solucionan fácilmente, hablando. En el momento en el que desaparece la emoción baja, el conflicto se esfuma, y solo queda un desacuerdo fácil de resolver.

Esto sería una solución perfecta... si fuera tan fácil. Porque claro, el solo mencionar un conflicto muy a menudo nos baja de emoción inmediatamente. Así que a menos de que tengamos una manera de subir dramática y duraderamente la emoción de ambas partes en un conflicto, vamos a necesitar herramientas.

Si las emociones bajas son la esencia de los conflictos, la comunicación es la esencia de las soluciones.

Y sí, este es básicamente un consejo de los años noventa que se rehúsa a pasar de moda... Pero se rehúsa a pasar de moda por dos muy buenas razones:

La primera es que funciona. Si dos personas normales y razonables (Porque, por supuesto, no funciona con psicópatas o narcisistas) hablan sobre su conflicto y logran mantener sus emociones en orden, el conflicto se soluciona, aun si el desacuerdo permanece.

Y la segunda razón, ¡es que a toda la gente parece que se le olvida lo bien que funciona hablar! La solución de muchísimas personas a los conflictos, por algún motivo, es dejar de hablarle a la otra parte. Bloquearla de WhatsApp, eliminarla de redes sociales, dejar de contestar sus llamadas... no tiene sentido. Pero como ya dijimos, los conflictos nos hacen bajar de emoción, y en emociones bajas tomamos decisiones irracionales.

Entonces tenemos que combinar esta herramienta: la comunicación, con el principio que mencionamos antes. Cuando vas a hablar con alguien para resolver un conflicto, o cuando estás intentando hacer que dos personas hablen para resolver sus conflictos, tienes que asegurarte que las emociones de las dos partes estén bien. Si agarras a la otra persona en medio del trabajo, estresada, lo más probable es que te escupa la cara. Y ahora tienes un problema más.

Por supuesto, aquí la solución tiende a ser bastante caso a caso, así que asegúrate de evaluar el problema, evaluar la magnitud del conflicto, evaluar tu relación con la otra persona... y crear un entorno en el que puedan hablar tranquilamente sin que ninguno de ustedes tenga una tendencia a dejarse llevar por emociones bajas, como el enojo. Entre más lejos estés del ambiente en el que surgió el conflicto, mejor. Esto no solamente significa distancia física del lugar donde te diste a puños con alguien, también significa distancia mental. Si el problema surgió en el trabajo, resuélvelo fuera del trabajo. Y si el problema surgió en un viaje laboral, incluso puedes intentar resolverlo en la hora del almuerzo, en la oficina. Si es un problema con un jefe o un colega, invítalo a tomar un café un fin de semana, ojalá de manera que estén lejos de las preocupaciones y el estrés del trabajo. Si es un problema que tuviste con tu mujer en un restaurante, intenta resolver el problema en tu habitación, o en el parque.

También ayuda a escoger un momento en el que la otra persona no esté acechada por otros problemas, o no esté estresada por cualquier otra razón: esto facilita que esté de buen humor. Si tienes un conflicto con un colega, no intentes hablar con él para resolverlo justo cuando acaba de discutir por teléfono con su hija, por más que sea un fin de semana lejos del trabajo. En pocas palabras, encuentra un entorno lo más lejano del problema posible y encuentra a la persona en el mejor estado emocional posible, para tener las mejores probabilidades de resolver el problema. Y por supuesto mantente atento a ti mismo también y asegúrate que tus propias emociones no puedan arruinar la conversación tampoco.

De esta manera podrás solucionar prácticamente cualquier conflicto. Por supuesto, hay excepciones, hay gente difícil y conflictos complejos… Pero esto es la base para solucionar cualquier roce.

Claro, a veces los conflictos se vuelven largos y parecen irresolubles, y en estos casos hay que tomar medidas diferentes. Pero de esto hablaremos en nuestro próximo artículo, (que puedes leer dando clic aquí).

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