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¿Existe el esclavo moderno?

La necesidad de pagar arriendo, impuestos, comida, servicios, la escuela de los niños y los regalos de navidad, es una razón terrible para trabajar. Sin embargo, es la razón por la que la mayoría de la gente trabaja.

Y en principio no hay ningún problema con esto. A final de cuentas, todos tenemos estos mismos gastos, en mayor o menor medida, y todos dependemos de nuestro trabajo para costearlos. El problema viene cuando esta es la única razón por la que una persona se levanta cinco días a la semana para ir a una oficina donde pasa el 70% de su tiempo despierto, semana a semana, mes a mes.

A algunas personas les gusta referirse a los trabajadores hoy en día como “esclavos”, ya sea de sus empresas o sus jefes, o del capitalismo o la sociedad moderna. Pero, ¿hay verdad en esto? ¿Somos realmente esclavos?

Un esclavo es una persona que es propiedad de otra. Alguien que está bajo completo control y dominio de un amo. En principio los empleados están sujetos por un contrato, pero no son propiedad de sus jefes o sus empresas. Pero aunque estos es algo muy obvio, el “esclavo moderno” sigue existiendo en las mentes de algunas personas.

La razón de esto es que podemos definir al esclavo como alguien sin poder de decisión. Alguien que no tiene más opción que hacer lo que se le dice que haga. Y si miramos el asunto desde esta perspectiva, el concepto comienza a cobrar sentido. ¿Tiene un empleado la opción de no pagar sus impuestos? ¿Puede una persona decidir por sí sola que va a dejar de pagar el arriendo? La respuesta es, realmente, un no. Claro, puedes decidir no pagar tu arriendo, solo que esto probablemente resultará en una incómoda visita de la policía si decides tampoco seguir las acciones legales que implica dejar de pagar un arriendo.

Pagar recibos es una parte inevitable de la vida moderna, y es algo sobre lo que no se tiene verdadero poder de decisión. Y si tú defines cómo pasas el 70% de tu vida, tu trabajo, simplemente basándote en que tienes que pagar recibos, estás haciendo que prácticamente toda tu vida esté siendo dictada por algo sobre lo que no tienes poder de decisión. Eres en cierta manera, un esclavo de la sociedad moderna.

Pero esto no tiene que ser así. Aunque todos tengamos que pagar recibos, no todos tenemos que definir el rumbo de nuestras vidas con base en ellos. Los impuestos son inevitables, y de una u otra manera tendremos que trabajar para conseguir el dinero para pagarlos. Pero “trabajar” no es un término limitante en absoluto. Consigue un propósito que no incluya pagar tus recibos. Decídete por un trabajo que aprecies. Encuéntrale el sentido a lo que haces para ganar dinero, descubre cómo le estás ayudando a otras personas haciéndolo, y convierte esa ayuda en tu propósito. Y aunque lo que quieras hacer en tu vida sea viajar, como lo es para mucha gente, encuéntrale gracia a lo que sea que estés haciendo para conseguir el dinero que necesitas para tus viajes.

Y tan pronto tú mismo comiences a definir el camino que tu vida toma, ya sea que tu camino de preferencia sea el de un oficinista en el centro de la ciudad, un empresario del área industrial, o un dibujante de caricaturas en una calle concurrida, no serás un esclavo de nadie. Nunca podrás serlo.

3 comentarios
  1. Francis Beeson
    Francis Beeson Dice:

    Mucha gente asocia el "deber" y la "responsabilidad" con este concepto de esclavitud moderna, pero es una falsa equivalencia. Como adultos en cualquier sociedad siempre hemos tenido, y siempre tendremos, deberes y responsabilidades: es el contrato social de la vida en resistencia a la entropía.
    Hacemos excepciones con los niños, quienes servirán en el futuro; con aquellos que han servido a lo sociedad efectivamente en el pasado; y con quienes han nacido o sufrido un infortunio. Pero la clave de la interdependencia social es la contribución de valor, no la extracción sin contribución previa.
    El deber y la responsabilidad son potente fuentes de significado, propósito, motivación, y contribución de valor. La jaula de la mayoría de esclavos modernos es mental, y el carcelero el lente a través del cual miramos nuestras vidas.

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