Hora de tomar el timón... Tu timón
¡Todos tenemos metas que queremos cumplir!
Puede que seas el dueño de una empresa y quieras sacarla adelante, o que tu sueño sea abrir un negocio y ser capaz de vivir bien de él. Puede que tu meta sea terminar tu carrera universitaria. O puede ser algo que tenga poca relación con el trabajo, como viajar a Europa, o casarte.
Todos tenemos metas a las que aspiramos alcanzar, pero... ¿cuántos las llegan a cumplir?
Algunas personas simplemente siguen adelante, por donde sus vidas los lleven, con sus sueños y metas apuntados en la última página de sus agendas, y con la idea de que “algún día” podrán cumplirlas. Incluso hay algunas personas que viven sus vidas día a día, disfrutando de las sorpresas que el destino les trae.
Pero si no eres alguien a quién le gusta vivir de manera impredecible, o si tienes metas concretas que quieres alcanzar, te tengo malas noticias: ¡El éxito es difícil de alcanzar, incluso para la gente que lo intenta con todas sus fuerzas! Así que deambulando por el mundo sin dirección probablemente vas a llevar al éxito por casualidad.
Pero si estás leyendo este artículo, lo más probable es que te hayas dado cuenta de que perseguir tus sueños presenta muchas más dificultades de las que nos gustaría. La falta de tiempo, la pérdida de motivación a mitad de camino, el dinero que necesitamos pero que no tenemos, los inescrupulosos que nos engañan por el camino… El mundo parece confabular para hacernos las cosas difíciles a la hora de conseguir las cosas que queremos.
Sin importar cuál sea tu meta, es impresionante lo complicado que se vuelve perseguirla cuándo lo intentas. En nuestra imaginación nuestros planes son perfectos; muy a menudo pensamos que “las cosas se darán si lo intentamos”, solo para estrellarnos de cara contra un muro de inconvenientes, y de repente perseguir nuestras metas se vuelve una maratón en un pantano, se vuelve incómodo, y nos empezamos a preguntar si realmente vale la pena sacrificar nuestro bienestar por perseguir algo que ni siquiera sabemos si va a ser tan bueno como creemos…
Y la mayoría de nosotros se rinde… “No vale la pena…” nos decimos a nosotros mismos. “Es demasiado difícil…”
Pero cuando nos convencemos de estas cosas ¿Estamos siendo honestos con nosotros mismos? ¿O simplemente estamos vendiéndonos una excusa para no tener que salir de nuestra zona de confort?
Usualmente es la segunda, y si estás en esta posición, no necesitas que nosotros te lo digamos. En el fondo lo sabes, aunque tal vez lo quieras ignorar.
Pero te voy a dar una buena noticia: El fracaso no existe.
Simplemente no existe. No hay tal cosa como el fracaso. Existen las derrotas, y existe la gente que se niega a aprender de ellas. Existen las personas que no se toman la molestia de mejorar en los aspectos en los que tienen que mejorar para ser capaces de dejar de perder, y comenzar a ganar. Y existe la gente que se rinde.
Pero si consideras que fracasaste completamente en la persecución de tus metas, no fue porque las circunstancias te acabaron: Tú te rendiste.
Esto es un cambio absoluto de paradigma, pero es el ingrediente central que necesitas para darle rumbo a tu existencia en todos los aspectos, y es duro aceptar que en realidad, eres es la causa de todo lo que sucede. ¡Es muy duro! ¿Ahora yo tengo la culpa de todas las veces que he sido avergonzado, y que he fracasado?
Pero si logras eliminar la palabra “culpa” de tu vocabulario, podrás entender que esta realidad es muy liberadora.
Porque si causas todo lo que te sucede… Eso implica que tienes control absoluto sobre tu vida. Significa que puedes enfrentar todo lo que complica tu camino, y superarlo. Nada puede detenerte, a menos que decidas que algo va a detenerte.
Y después de un arduo camino, lleno de sudor y sangre, tus sueños se cumplirán. Porque no existe el fracaso... Solo existen los que se rinden y los que no.
Foto de Fondo creada por ijeab - www.freepik.es
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