Cuando los conflictos no se resuelven… TIENES que hacer esto
En nuestro artículo anterior hablamos de cómo resolver prácticamente cualquier conflicto entre dos personas, y los principios que dimos son aplicables en cualquier situación. Si no has leído este artículo, te recomiendo leerlo primero, dando clic aquí.
Pero a pesar de todo, sucede a veces que los conflictos sencillamente no mejoran. No importa cuánto se intente hablar, cuánta terapia matrimonial se haga, cuánto parezcan mejorar los conflictos poco a poco... siempre se revierten y siempre terminan en problemas de nuevo.
Por suerte conocemos exactamente la razón por la que esto sucede. Y queremos que la conozcas también.
Se llama la ley del tercer partido. Es una “ley” porque la cantidad de veces que hemos visto comprobado su funcionamiento es incontable. Siempre cuando un conflicto entre dos partes o partidos no se resuelve, hay un tercer partido, oculto o desconocido, instigando el conflicto. Y esto es verdad para todos los conflictos entre personas o grupos. El tercer partido puede ser una persona o grupo que conscientemente está instigando el conflicto, o puede ser alguien que lo hace sin querer, pero tiene el mismo efecto de evitar que el conflicto desaparezca.
El mayor error que cometen las personas de bien es asumir que todas las demás personas son como ellos: que tienen buenas intenciones. Pero la verdad es que las personas mal intencionadas existen. Y muchas personas no se dan cuenta de esto, sino hasta después de que alguien los apuñala por la espalda.
Estas personas, cuando son cobardes (y usualmente lo son), hablan en privado con ambas partes y les susurran al oído mentiras sobre lo que el otro hizo o dijo, intentando parecer que ellos están de su lado y los intentan ayudar. Y aunque a veces el tercer partido lo causa una persona sin la intención de hacer daño de por sí, su ignorancia o prejuicios pueden causar mucho daño en nuestras relaciones, si dejamos que sus susurros afecten nuestro pensamiento.
Hay incontables casos en los que la madre del marido, por ejemplo, le dice “Las mujeres como tu esposa son peligrosas, yo las conozco. ¿No te está siendo infiel? ¿Por qué va a yoga tan a menudo? ¿Realmente la has visto ir?”. Los comentarios por este estilo poco a poco van despertando duda y desconfianza en el marido. Y luego, después de que esa duda almacenada explota en la cara de la mujer, ella, sorprendida, empieza a pensar que tal vez él es el que está ocultando algo. Y tenemos un conflicto. Y cuando está a punto de resolverse el problema, o cuando ya parece que se resolvió, de repente vuelve a aparecer. El marido vuelve a tener dudas y vuelve a desconfiar de la mujer. ¿Por qué? Porque hay un tercer partido alimentando el conflicto, y cuyo rol en este conflicto es desconocido por las dos partes.
Y si una persona sin malas intenciones puede causar estragos en una relación, imagínate lo que puede hacer una persona que tiene la intención verdadera de causar daño. Una persona como estas inventa las mentiras más dañinas, sin remordimiento alguno. En ambientes empresariales, sobre todo en grandes empresas, estas personas tienen su zona de caza ideal: muy pocas personas se dan cuenta de lo que están haciendo, y pueden perderse fácilmente en la muchedumbre.
El problema del tercer partido es que está oculto.
Entonces, la manera de solucionar el problema es descubriéndolo. Si estás en medio de un conflicto, o estás observando un conflicto que no se resuelve por más de que intenten resolverlo, comienza a hacer una pregunta (o háztela a ti mismo): ¿Quién te dijo qué de la otra persona? La parte clave no es Qué te dijo, es Quién. Bastante a menudo si le preguntas a ambas partes de un conflicto “quién le dijo qué del otro”, la respuesta al Quién va a ser el mismo nombre. La respuesta al Qué serán comentarios como “Él realmente está poniendo los números mal para dañar tu reputación”, o “Mira que siempre que hay una reunión, habla mal de ti. Yo creo que él quiere que te despidan”.
Cuando el conflicto es entre ti y otra persona, puede ser un poquito más difícil hacer que la otra persona averigüe quién le dijo qué de ti. Pero si logras que la persona realmente reflexione, muy a menudo llegará un nombre. Una vez el marido entiende que es su madre la que está creándole dudas y remordimientos hacia su mujer, puede muy fácilmente filtrar sus comentarios negativos al respecto o evitar el tema al hablar con ella, y arreglar su relación. Cuando el tercer partido es un instigador malvado e intencional, es necesario sacarlo de la empresa o del círculo de amigos o de personas de confianza. Idealmente, deberías reducir la comunicación con esta persona a lo que llamamos “buenos tiempos y buen clima”. Si la persona es verdaderamente malintencionada, es peligroso comunicarte con ella más allá de lo bien que te va, y lo lindo que está el día: No le cuentes tus problemas o tus preocupaciones, no le pidas consejo, ni escuches sus chismes u opiniones.
Una vez se descubre el tercer partido y se descubren las mentiras que ha estado alimentando en las cabezas de las dos partes del conflicto, este se puede resolver con comunicación y buena emoción.
Las relaciones interpersonales ya son suficientemente difíciles cuando solo hay dos de nosotros intentando entendernos, como para que permitamos que una tercera persona venga a arruinarnos la fiesta.
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